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10/03/2023

La importancia del "desierto" en el camino cuaresmal

Una reflexión para nutrir el alma 

La cuaresma y el desierto, son dos elementos que van estrechamente unidos, al respecto el Padre Ignacio, comparte con nosotros un completo ensayo ahondando en dicho vínculo.

Descubre que enseñanza podemos sacar de este lugar tan frecuente en las Sagradas Escrituras, leyendo la reflexión a continuación:

 

La Cuaresma y el Desierto

En la cuaresma hay un escenario que se repite en las escrituras, y es el DESIERTO

En estas vacaciones tuve la gracia de ir a la Carretera Austral, me tocó ver unos paisajes muy bonitos. A la vuelta nos volvimos por Argentina y al pasar desde Chile Chico al lado argentino nos adentramos en un desierto por el que anduvimos 250?km. sin ver nada, ni siquiera una bomba de bencina. Si te quedas tirado ahí puede ser un tema complicado.

El Evangelio de hoy nos dice que Jesús es empujado por el Espíritu al Desierto. Empujado al desierto. Al desierto no se va por propio deseo, por propio gusto. Podemos decir, la Cuaresma es un poco de desierto.

Allí, casi no hay vida. Es el lugar de la no vida. (nos queremos ir del desierto) uno quiere llegar a otro lugar, ver vegetación, vida.

Es el lugar de la prueba, fue empujado para ser tentado por el diablo, para ser probado. Como sabes si un capitán de un barco es un buen navegante, es cuando es probado en la tormenta, cuando viene el viento y las olas y ahí vez si es diestro. La Cuaresma nos quiere poner a prueba. ¿Cuál es el núcleo de toda prueba o tentación que nos pone el diablo? Es que por medio de la prueba nos alejemos de Dios.

Pero hoy sabemos que Jesucristo venció la tentación, ¡Cristo sale victorioso del desierto!, con esto abre nuestro corazón a la esperanza de que también nosotros podemos vencer las tentaciones. Tentaciones que viene dadas por:

1.    El demonio
2.    El mundo
3.    La carne /cuerpo, nuestras pasiones

En el desierto no hay escondite, no hay árboles lugares para esconderse. Nos encontramos con la verdad de nuestra propia vida. No hay escapatoria, nos encontramos con nuestra propia verdad… es aquí donde nos encontramos con nuestras propias debilidades, las cuales, con humildad, debemos identificar y conocer porque es a través de ellas donde nos tienta el demonio, es el camino fácil de entrada para él.

Al mismo tiempo es un lugar donde resuena la palabra de Dios, ¡con más fuerza! En el libro del Cantar de los cantares, nos dice la llevaré al desierto y le hablaré al corazón. Oportunidad para escuchar la palabra de Dios.

Luego está este paralelismo de los 40 días de ayuno de Jesucristo antes de ir al desierto y están también los 40 años del pueblo de Israel en el desierto para ser probado.  ¿Y por qué el ayuno?

El ayuno, primer pilar de la Cuaresma, es una práctica de dolor y penitencia con el fin de expiar nuestros pecados. Jesús dijo a sus Apóstoles “hay algunos demonios que no pueden arrojarse sino con la oración y el ayuno” Hoy podemos ayunar no solo de comida y bebida, sino también de nuestro egoísmo, vanidad, orgullo, odio, pereza, malos deseos, impureza, enojo, envidia, rencor, injusticia, insensibilidad ante las miserias y necesidades del prójimo.

De aquí, al mismo tiempo, se desprende el segundo pilar de la cuaresma, La Limosna, es esta una obra de caridad y una privación: por estas dos razones tiene gran eficacia para satisfacer por nuestros pecados. Cuando nos privamos de algún bien para dárselo a Jesús dándoselo a un pobre, no quiere Dios quedarse atrás en generosidad, y gustoso nos perdona una parte de la pena que merecemos por nuestros pecados. Cuanto más dadivosos seamos, cada cual, según su haber, y cuanto más perfecta sea la intención con que hacemos la limosna, tanto mayor deuda espiritual se nos perdona. Lo que decimos de la limosna corporal, se aplica con mayor razón a la limosna espiritual, que tiene por fin hacer bien a las almas, y, por ende, la gloria de Dios.

Y el tercer pilar de la Cuaresma es la Oración, sin oración, tanto el ayuno como la limosna no se sostendrían. En nuestro diálogo con Dios, Él va cambiando nuestro corazón, lo limpia, lo modela. La oración es generadora de amor e induce a la conversión interior.

Que este tiempo de cuaresma el Señor por medio de la prueba nos ayude a purificar el corazón para amar con un corazón más puro a Dios y a los demás.

Como dice el Papa Benedicto XVI, “La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario.
Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.”