Noticias

Junto con reconocer y arrepentirnos por nuestros pecados, especialmente en Cuaresma, estamos llamados a contemplar el instrumento escogido por Dios para redimirnos; la Santa Cruz.  Y abrazar también nuestras cruces personales con alegría y fortaleza, para alcanzar el premio de la resurrección.

Es así como con el objetivo de celebrar la Pascua, nos preparamos durante este tiempo litúrgico, abrazando un espíritu de conversión, aspirando así a alcanzar una plenitud personal.

Para ello, la cuaresma cuenta con 3 pilares que resultan fundamentales. Estos son:

1.- Ayuno

Privémonos no solo de comida y bebida, sino también de nuestro egoísmo, vanidad, orgullo, odio, pereza, malos deseos, impureza, enojos, envidia, rencor, injusticia, insensibilidades ante las carencias y las necesidades del prójimo.

 

2.- Limosna

Estemos atentos a las necesidades de nuestros hermanos. No solo en lo material, sino también en prestar ayuda a quién la necesita, enseñar al que no sabe, dar un buen consejo a quién lo pide, compartir alegrías, repartir sonrisas y ofrecer nuestro perdón a aquellos que nos han ofendido.

 

3.- Oración

Sin oración, tanto el ayuno como la limosna, no se sostendrían y simplemente resultarían en acciones mundanas.

Es en nuestro diálogo con Dios en el que Él va cambiando nuestro corazón; lo limpia y lo moldea según su sabia voluntad.
La oración es también generadora de amor, e induce a la conversión interior.

 

Tengamos presentes a diario estos 3 pilares de la Cuaresma. Con su observancia, nos permitirán acompañar a Jesús, comprender su cruz, y corresponder a su amor misericordioso.

«Señor vivifícanos según tu palabra»