15/05/2024
Descubramos los siete dones del Espíritu Santo
¡Ven, dulce huésped del alma!
Con la celebración de Pentecostés, concluye el Tiempo Pascual, dando paso al denominado Tiempo Ordinario.
Retomamos así nuestro caminar junto a Cristo, pero animados por el Espíritu Santo. Cuya venida sobre los Apóstoles y demás discípulos imprimió en sus corazones la nueva ley por medio de su divino amor.
Precisamente el Catecismo, en el número 1830, explica que “la vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo”.
Te invitamos a profundizar en cada uno de estos verdaderos regalos que Dios da a su Iglesia por medio de los sacramentos, especialmente en la Confirmación y en el Orden Sagrado.
SABIDURÍA
Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica al proyecto de Dios. Él fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de Dios.
ENTENDIMIENTO
Nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento divino y en los secretos del mundo.
CONSEJO
Nos permite discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso.
CIENCIA
Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por el cual el Espíritu Santo nos revela la relación entre las cosas creadas y el Creador, comprendiendo interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros.
PIEDAD
Permite estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, buscando actuar como Jesús actuaría. Sanando nuestro corazón de todo tipo de dureza y abriéndolo a la ternura para con Dios y para con los hermanos.
FORTALEZA
Nos sostiene en las dificultades del día a día de la vida cristiana, volviendo fuerte y heroica la fe. Y otorgando una confianza incondicional en el Padre y su voluntad.
TEMOR DE DIOS
Reconocemos nuestra pequeñez ante la grandeza y omnipotencia de Dios. Despertando en nosotros el deseo de apartándonos de todo lo que le pueda desagradar.
Fuentes: Aleteia.org / Catholic.net